¿POSEES ECUANIMIDAD?




Un hombre deseaba conocer la doctrina secreta; fue a ver a un anacoreta y le pidió que lo admitiera como discípulo. Éste le dijo:
“Hijo mío, tu propósito es admirable, pero... ¿Posees ecuanimidad?”,
a lo que el otro le contestó:
“A decir verdad, siento satisfacción cuando me alaban y dolor cuando me insultan, pero no soy vengativo ni rencoroso”.
Entonces, el maestro le respondió:
“Hijo mío, vuelve a tu casa, porque mientras no poseas ecuanimidad y sientas aún el aguijón del insulto, no habrás alcanzado el estadio en el que es posible ligar tu pensamiento a Dios”.
Relato sobre la ecuanimidad perteneciente al cabalista español del siglo XII Yistshac de Acre.