MEISTER ECKHART




Una vez, el maestro [Meister Eckhart] usa un interesante símil que trae, también, una concepción del arte posteriormente sostenida, por ejemplo, por Miguel Angel que la expresa en uno de sus sonetos donde dice que al quitar del duro mármol lo superfluo, se halla en su interior la figura viva que va creciendo mientras desaparece la piedra. También Miguel Angel señala este hecho, experimentado y llevado a su perfección en el arte del gran escultor, para referirse al crecimiento espiritual del alma librada de los vínculos de la carne[1].


Eckhart se expresa así:

«Cuando un maestro hace una imagen de madera o de piedra, no hace que la imagen entre en la madera, sino que va sacando las astillas que tenían escondida y encubierta a la imagen; no le da nada a la madera, sino que le quita y expurga la cobertura y le saca el moho y entonces resplandece lo que yacía escondido por debajo. Éste es el tesoro que yacía escondido en el campo, según dice Nuestro Señor en el Evangelio»
[2].

«Pues toda nuestra esencia no se funda en nada que no sea un anularse»
[3].
Para Eckhart Dios es «lo Uno, donde toda multiplicidad es una sola cosa y una no-multiplicidad»[4], porque «donde hay dos, hay [un] defecto»[5].

[1] El original italiano se encuentra en: Michelangelo Buonarroti, Le rime, Buenos Aires, Viau (1943) pág. 120. Lleva el número LXXXIV y comienza así: «Sí come per levar, Donna, si pone / In pietra alpestra y dura / una viva figura, / che lit piú cresce, u’piú la pietra scena;…» Véase también el comienzo de LXXXIII (p. 119): «Non ha l’ottimo artista alcun concetto / C’un marmo solo in sé non circunscriva / Col suo soverchio; e solo a quello arriva / La man che ubbidisce al!’ inteletto…»
[2] I, p. 225.
[3] I, p. 148.
[4] I, p. 94.
[5] II, s. 27, p. 501.