LA ENSEÑANZA DEL ISLAM Y DE LAS RELIGIONES ORIENTALES EN EL OESTE

Por Sachiko Murata


Como ustedes saben, he pasado doce años en Irán estudiando literatura persa, jurisprudencia islámica, 'usul al-fiqh, sufismo y filosofía islámica. Antes de proseguir
dichos estudios sobre fiqh y 'usulf (lógica jurídica) en la Facultad de Teología, terminé un doctorado que tenía por tema el rol de las mujeres en la Haft Paykar del célebre poeta Nizâmi, en la Facultad de Letras de la Universidad de Teherán. Finalmente, cuando decidí irme de Irán, en 1979, ya había empezado a trabajar sobre mi tesis de doctorado en la Facultad de Teología, comparando el derecho de familia islámico con las enseñanzas de Confucio sobre la familia.
Cuando volví a Estados Unidos, comencé a impartir estudios religiosos en un pequeño departamento de una gran universidad, la Universidad del Estado de New York en Stony Brook. Allí, he dado cursos preliminares y avanzados sobre el Islam y al mismo tiempo cursos sobre Confucianismo y Taoísmo, Neo-Confucianismo, Budismo y un curso titulado La Espiritualidad Femenina en las Religiones del Mundo'. Este último curso es un estudio comparativo de teorías cosmológicas y psicológicas que están en la base de las tradiciones chinas, del Shintoismo, del Budismo y del Islam.
Mis estudiantes son siempre una mezcla de nacionalidades y razas: aunque la mayor
parte de ellos son americanos, sólo una minoría descienden de los americanos de raza blanca instalados en Estados Unidos desde hace ya varias generaciones y, además, siempre hay muchos negros americanos y mejicanos, y un buen número de estudiantes procedentes de todo el mundo, incluidos China, Corea, Japón y las Indias. Cuando enseño el Islam, más de un tercio de mis estudiantes son musulmanes, habitualmente inmigrantes o hijos de inmigrantes. He tenido estudiantes musulmanes de todo Oriente Medio y de países tan lejanos como China y Albania.
Cada semestre comparto experiencias interesantes con mis estudiantes. Sus reacciones con respecto a las religiones que enseño son muy significativas y creo que nos informan sobre ciertos problemas a los que se enfrenta actualmente el mundo islámico, y a los que deberá hacer frente, aún más, en el futuro. Estos problemas están en relación con eso que se llama hoy en día 'las relaciones públicas'. Mis experiencias pueden ser útiles en la propuesta de algunas sugerencias relativamente originales para tratar algunos de esos problemas y pienso, también, que mis diez años de enseñanza en Stony Brook han puesto de relieve algunas de las dificultades que la educación islámica encontrará en los años venideros; si la enseñanza islámica no se convierte en un tema prioritario para los musulmanes, no habrá ni cultura ni civilización islámicas.
Es cierto que el tipo de enseñanza y de aprendizaje que se dan en una universidad
occidental son muy diferentes de los que se daban en los círculos de enseñanza tradicionales de los países islámicos. Pero estos círculos tradicionales están
desapareciendo rápidamente para ceder el lugar a las universidades de estilo occidental.
Mis experiencias pueden apuntar lo que ocurrirá en los países islámicos en el futuro
porque nos muestran cómo se percibe el Islam en el contexto de la educación moderna.
Cuando enseño Islam, siempre tengo que ser extremadamente prudente y vigilar lo que digo. Por el contrario, cuando enseño las religiones de Extremo Oriente puedo relajarme y responder espontáneamente a las preguntas de los estudiantes. A los estudiantes les gusta mucho el Budismo y el Taoísmo y aceptan sin recelo alguno lo que oyen y leen sobre estas religiones; no tienen prejuicios negativos hacia la forma de pensar y el comportamiento de los orientales.
Casi la mayoría de los estudiantes e incluso algunos musulmanes americanos tienen
severos prejuicios hacia el Islam. Una vez, por ejemplo, una estudiante, después de
haber seguido conmigo un curso sobre el Islam y de haber decidido concentrarse en los estudios religiosos, me dijo que había asistido al curso sobre el Islam porque quería saber por qué tenía que odiar a los musulmanes. En su espíritu no existía duda alguna de que odiar el Islam era una actitud conveniente y era evidente también para ella que un curso sobre Islam le enseñaría por qué era ésta la actitud adecuada.
A veces, cuando los estudiantes que siguen mis cursos de religiones de Extremo Oriente vienen a mi despacho, ven muchos libros extraños escritos en letras raras —son los libros persas y árabes— Quizás el hecho más interesante es que los estudiantes que siguen cursos de Islam conmigo no se extrañan mucho de que enseñe también las religiones de Extremo Oriente. Han comprendido —si no lo sabían ya— que el Islam es una bella religión; y encuentran que El curso donde los prejuicios de los estudiantes aparecen de forma más evidente es en los que tratan de 'La espiritualidad femenina en las religiones del mundo'. En estos cursos los estudiantes tienen fuertes prejuicios que tendrán necesidad, llegado el momento, de superar. La mayoría de los estudiantes que siguen estos cursos son atraídos por el calificativo 'femenina', y suponen que les voy a hablar de los problemas de las mujeres. Hasta cierto punto es cierto, pero, antes de que sea posible considerar el
rol de las mujeres en la religión, existen muchos otros problemas que son importantes
para éstas. En todo caso, la mayor parte de los estudiantes primero se sorprenden
cuando declaro que vamos a hablar del Islam, porque piensan que el Islam no es una
religión interesante. Y luego suponen que lo que voy a decir sobre el Islam será negativo, porque es de dominio público —piensan ellos— que las mujeres musulmanas son las mujeres más maltratadas Para aquellos que han crecido en un contexto occidental, el lenguaje del pensamiento religioso chino tiene una resonancia más bien no religiosa; habla poco de Dios, pero mucho de la naturaleza y de los fenómenos naturales. En este pensamiento, la Moralidad es una cuestión central, pero no está repleta de las amenazas escatológicas que hacen del cristianismo y del Islam religiones desagradables para algunos. La idea principal de la tradición china es el Ying/Yang. Casi todo el mundo a oído hablar del Ying/Yang o al menos ha visto su símbolo, los estudiantes descubren rápidamente que la idea del Ying/Yang no es tan simple como aparenta ser a primera vista. Pasamos algún tiempo leyendo el clásico chino I Ching que trata de las sesenta y cuatro permutaciones básicas del principio del Ying/Yang o de los sesenta y cuatro modelos fundamentales
que existen en la naturaleza, en la sociedad y en la psique humana. Estos modelos
representan los pasos básicos en los cuales el Principio Único utiliza la dualidad para
reaccionar de manera conjugada con el universo como un todo. Para los musulmanes
que no tienen ningún conocimiento del pensamiento chino los noventa y nueve nombres de Dios son el ejemplo más parecido y el más evidente de los sesenta y cuatro modelos o hexagramas del I Ching. Estos nombres sobre los que se han escrito miles de libros en las lenguas islámicas, determinan los pasos fundamentales en el seno de los cuales el Dios Único reacciona de manera conjugada con Sus innumerables criaturas.
Después de haber estudiado, durante casi un mes, el I Ching, mis buenos estudiantes
obtienen un conocimiento fundamental del principio universal de Tao. Comprenden que el Tao, que es el Único, se expresa a través del Ying/Yang que es dos. A continuación, Ying/Yang —también llamado por los nombres de 'cielo y tierra'—se expresa a través de los sesenta En resumen, la tradición china me suministra el lenguaje básico con el cual se hace posible explicar cómo el Universo y el ser humano han sido siempre considerados manifestaciones de un solo principio. Este lenguaje tiene pocas connotaciones religiosas para los Occidentales, lo cual nos ayuda mucho, porque la mayoría de los estudiantes o bien se oponen a la religión o bien tienen ideas tan sectarias que piensan que una sola versión de una religión específica es la verdadera religión. Cuando no se utiliza el lenguaje religioso, ningún grupo es rechazado u ofendido.
Este lenguaje se convierte entonces en el instrumento con el que examino las otras
tradiciones que utilizan, en cuanto a ellas, un lenguaje religioso. Claro que el lenguaje religioso del Budismo, algunas veces, es difícil de comprender puesto que el Budismo guarda silencio sobre la cuestión de dios, pero los términos chinos explican bien las maneras fundamentales de concebir el Universo y el rol del hombre en el seno de este Universo. Y el Islam puede ser también fácilmente explicado en términos chinos. He sido recompensada, durante años, por la reacción positiva de los estudiantes a esta manera de enseñar la religión. Sobre todo, he constatado que cuando se emplea este lenguaje desaparecen poco a poco los prejuicios hacia el Islam. Mis experiencias con este curso, acompañadas de largos años de búsquedas, finalmente me han conducido a escribir un libro utilizando algunas cosas de esta metodología. Este libro ha sido publicado en 1992 bajo el título de El Tao del Islam: un libro de referencia sobre las relaciones de los géneros en el pensamiento islámico (Albania: Universidad del Estado de New YorkPress. 1992).
Mi tesis fundamental en este libro es que el pensamiento islámico de Dios, del universo y del alma humana está en armonía con las maneras chinas de pensar sobre los mismos temas. En el pensamiento chino, el Tao —que es el Único— es de lo más importante, pero el Tao se El Corán y la tradición islámica están llenas de referencias a dualidades que juegan un rol importante en el pensamiento islámico, como por ejemplo, 'Dios es conocedor de lo visible y de lo invisible'.
'Es Él quien ha creado el cielo y la tierra'. Él ha creado a Adam con sus 'dos manos'. Ha creado todo en pares. El primer objeto que Dios creó fue la pluma, pero la función de la pluma no puede explicarse sin la tabla. Hay más de una docena de estos pares de los cuales se han servido los pensadores musulmanes para explicar el Tawhid. Según mi opinión, es completamente destacado que muy pocos sabios han considerado cuan similares son los modos de pensamientos chinos e islámicos. Claro está que no quiero sugerir la existencia de alguna relación histórica, porque no pienso que la halla, sino que pensar en términos de dualidades complementarias es connatural al espíritu humano, porque estas dualidades se encuentran en el universo y en lo intrínseco.


Después de terminar este libro, he iniciado un segundo proyecto que probablemente me tomará varios años completarlo. En el primer libro, he considerado el pensamiento islámico con los principios del Único y de los Dos —el Tao y el Ying/Yang— como guías. En mi nuevo El objetivo de mi anterior libro y de mis nuevos proyectos es construir puentes entre el Islam y las tradiciones del Extremo Oriente. Se debe saber que existen numerosas y profundas similitudes y afinidades en el terreno de la metafísica, de la cosmología, de la psicología y de los principios de la estructura social. No tenemos necesidad de mencionar la importancia que tiene para los países musulmanes establecer lazos más sólidos con las naciones de Extremo Oriente. El hecho que el mundo se dirige hacia una era de inestabilidad creciente es evidente para casi todo el mundo. Al mismo tiempomuchos de los observadores preveen que , en un futuro próximo, los países de Extremo Oriente constituirán la fuerza política y económica predominante. Las tradiciones religiosas mayoritarias de estos países son el Confucionismo, el Budismo y el Islam y, si incluimos también las Indias, naturalmente el Hinduismo —que está estrechamente ligado al Budismo— Es de dominio público que los adeptos de estas religiones tienen necesidad de comprenderse mejor. Aunque las tradiciones en los países de Extremo Oriente no juegan un rol muy importante en la vida cotidiana de mucha gente, como lo jugaron en otro tiempo, las gentes no abandonan tan fácilmente sus concepciones tradicionales del mundo. E incluso si las abandonan, no hay ninguna prueba que una concepción moderna del mundo sea más tolerante o más favorable a una comprensión mutua. El Nacionalismo, por ejemplo, es un producto singular de la mentalidad moderna, y una de las fuerzas más destructivas del mundo contemporáneo.